Voy a empezar mi blog con lo que, en entre otros asuntos, me toca la fibra sensible: los animales. Y qué mejor forma, que con la noticia divulgada ayer en los medios: la prohibición por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia de la fiesta popular de Sagunto, en la cual los vecinos de la localidad disfrutan de la fiesta arrojando patos a la mar, de la que luego son recogidos.
En este caso, son los patos los que salen perjudicados, pero no olvidemos los múltiples casos de festejos nacionales, en los que los protagonistas son por ejemplo los toros. Los San Fermines en Pamplona, o cualquier corrida de toro en una ciudad, son ejemplos en los que de nuevo los que sufren son los animales. Muchas son las asociaciones en defensa y protección de los animales, las que se dejan la piel, nunca mejor dicho, e intentan por todos los medios aunar esfuerzos para que algún día nos levantemos y hayan dejado de practicarse estos tipos de festejos, en los que las personas disfrutan de hacer daño a un animal.
Todas estas organizaciones saben que es muy difícil, incluso imposible, que desaparezcan por ejemplo las corridas de toros, una de las metas más próximas. Y es que, es una fiesta tradicional, asentada en España, en la que la mayoría de los ciudadanos acuden a la plaza para ver cúantas orejas consigue quitar el torero. Cierto es, que es una actividad muy arriesgada, ya que ponen sus vidas en juego, pero eso no justifica el que cientos de personas disfruten viendo cómo muere el toro, o en el caso de la fiesta de Sagunto, cómo los patos caen a la mar, siendo así un susto para éstos, e incluso, algunos salían ahogados o malheridos.
A pesar de todas las protestas y críticas respecto al tema, los ciudadanos hacen caso omiso, puesto que para ellos es un modo de quitar la identidad de España y sus costumbres. Así dice el vídeo que ha realizado el cantautor valenciano Toni Alegre, publicado en You Tube, tras su primer videoclip Quiero vivir en un piso de 30 metros. Hace especial hincapié en su ciudad, cuyo estribillo es: "España se amuerma, nos quitan las fiestas y la identidad. Aunque lleven siglos, ahora los vecinos se ofenden por ná".
Una diversión para muchos, mientras que para otros, los menos, se está convirtiendo en una pesadilla.
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